Arles Revenant

El lugar es oscuro y frío, una especie de amplio salón que solamente tiene un par de asientos, una pequeña silla en la que supongo que pretenden que debiera estar sentado, pero como no había recibido invitación alguna por parte del sujeto de negro que oculta su rostro bajo una capucha ocupando la otra frente a mí, una lujosa y amplia silla negra con decorados en dorado, pues permanezco obviamente en pie con los brazos cruzados, el cuerpo erguido y una mirada fría e inexpresiva clavada en la suya, color plata. Puedo distinguir que tiene el cabello negro y la piel blanca. Me fijo en sus labios, después de que apoye su rostro sobre su mano derecha sin dejar de mirarte de manera tan penetrante como yo lo estoy haciendo con él mismo, entreabriéndolos levemente para dejar que las palabras que me dan una peculiar bienvenida salgan en un tono de voz grave y profundo, pero a la vez suave y tranquilo. No hay duda, se parece a la persona que me ha hecho venir hasta aquí.

No me dice nada que ya no sepa, usando aquel tono monótono, ¿pretende darme lecciones sobre como es el mundo y todo lo que habita en él? Ja, puede que no haya dejado de aprender, pero tengo la vida harto vista ya como para no saber todo lo que he de saber de ella. De repente, mis orejas se mueven tenuemente en el instante que alza la voz, ordenándole que responda. Odio que me griten, a pesar de que yo a veces también lo haga y me haya acostumbrado a ello. Pero tan repentinamente me incomoda, pero no me asusta. Ya no. Su tono desciende de nuevo y yo lo agradezco internamente, volviendo a ser un murmullo visiblemente autoritario, mientras me hace una serie de preguntas que yo me afano en responder. He venido para eso después de todo.


-¿Cómo te llamas?

- Arles Revenant – respondo fría y secamente sin cambiar un ápice ni mi expresión ni mi postura – pero se me conoce como El Conejo Salvaje.


-¿Cuál es tu edad, la que aparentas tener y la que de verdad tienes?

- Mi apariencia no dista mucho de la de un hombre joven de unos 26 o 27 años, pero realmente tengo algo más de 500 años si mal no recuerdo.


¿A qué raza perteneces?

- Soy un usagi.


¿Cómo te consideras psicológicamente?

- Serio, frío y eficiente. Me he aburguesado, pues he aprendido a comportarme y tratar con los demás para conseguir lo que quiero sin tener que usar la fuerza, pero no por ello mi alma salvaje ha desaparecido. Por eso tengo bastante educación, no me inmuto ante lo que no considero necesario, pero cuando pierdo la paciencia… Tengo un carácter terrible, no me agrada socializar ni me interesa hacerlo, no me importa nada ni nadie más que mis capacidades y las de mi raza, pero aprecio los grandes guerreros y las voluntades de hierro, no soporto a los débiles ni a los que se compadecen de sí mismos. Jamás me rendiré, moriré de pie antes que vivir arrodillado y no permitiré que mi estirpe haga lo contrario. Por ello no cuido a mis hijos, los adiestro. Quizás pueda parecer que soy más blando o hasta amable y tierno con ellos, pero nada más lejos de la realidad, los trato acorde a su edad y capacidad de aprendizaje, mis hijos serán eficientes y autosuficientes o dejarán de serlo. Esa es la razón por la que no permitiré que nadie débil y ñoño se encargue de ellos, encontrarles canguro será una ardua tarea…

Me apasiona la música, es lo único que a veces puede hacerme parecer algo más “humano”, por llamarlo de algún modo. Sé tocar el arpa, el laud, la guitarra, el violín, el piano, la flauta, la ocarina y la armónica. Se me da bien cantar, pero no lo hago jamás frente a nadie, solo les canto a mis hijos porque les educa el oído y otras capacidades que han de desarrollarse desde su edad. También me agrada leer, entrenar y el menor medida, el sexo. Es una molesta necesidad que he aprendido a controlar pero que he de satisfacer de cuando en cuando si quiero que mi mente conserve su claridad. Pero encontrar alguien apto para ello suele ser difícil, no soporto la pasividad, la debilidad ni el victimismo en los ukes, me agradan los hombres que saben defenderse o que al menos intenten ser más fuertes, la madurez y el saber comportarse y la disciplina. Soy exigente, tanto conmigo como con los demás, pero mi pasión no se apaga con cualquiera.

No me gusta que me den órdenes, soy demasiado dominante y orgulloso para eso, el simple hecho de saber que tendré un amo de por vida ya me fastidia. No soporto la inutilidad, la irresponsabilidad ni la ineficacia, las personas pasivas y débiles despiertan más si cabe mis instintos asesinos y tampoco me agradan los ruidos fuertes, al menos no repentinos. Odio que intenten siquiera tocarme las orejas y la cola, pero lo que menos soporto es que me subestimen y, especialmente, que me traten como a una mascota.


¿Cómo eres físicamente?

- Mido 1,80 de estatura, bastante alto para mi raza, mi cuerpo es delgado pero muy fuerte y de músculos marcados, piel oscura, cabello largo y revuelto hasta la cintura de color castaño oscuro con reflejos cobrizos y purpúreos, el cual no suelo llevar recogido nunca. Mis ojos son rasgados y de color gris claro y no suelo ocultar ni mis orejas ni mi cola de conejo, ambos de pelaje negro, igual que mi forma animal.

Tengo una buena condición física, soy muy hábil y resistente, pero lo más destacable sin duda son mi velocidad y la longitud de mis saltos. Nunca sonrío, nunca desfrunzo el ceño y JAMÁS dejo que toquen mis orejas y mucho menos mi cola. Mi aspecto es imperturbable, serio y frío, suelo cruzarme de brazos y moverme de forma tranquila y silenciosa. Hablo poco y de forma seca.

Suelo vestir con colores apagados y negros, de forma correcta pero algo dejada, he de sentirme cómodo con lo que llevo. Gusto especialmente de las botas de caña alta y los ropajes que dejen libre mis antebrazos y mi pecho, me agrada la ropa artesanal.


¿Cuál es tu puesto en esta sociedad y que empleo tienes?

- Capitán de la guardia personal del rey de Nakire Aki.


¿Menciona a cada uno de tus familiares que aún vivan, y que parentesco tienes con ellos?

- Nadie de mi sangre vive – respondo sin inmutarme –, a excepción de mis tres hijos aún bebés, Eri, Lulu y Van.

Imagen de los bebés:

¿De las extrañas denominaciones “seme, suke y uke” cuál se adapta más a tí?

- Seme absoluto.


Cuéntame tu historia.

- Nací en la, ahora extinta hace siglos, tribu usagi Nimh del Bosque Oscuro. Sobrevivíamos como toda tribu salvaje lo hacía antaño, totalmente de la naturaleza, tomando todo lo que necesitábamos de ella, comida, ropa, armas, refugio, diversiones… En definitiva, vivíamos en paz y armonía. Demasiadas para mi gusto…

Afortunadamente apareció un grupo de soldados de uno de los reinos que ansiaba expandirse por aquellos entonces y los mataron a todos. Les guardé algo de rencor, pues me hubiera gustado haber hecho eso yo mismo, pero aún era demasiado niño para ello, apenas 8 o 10 años, necesitaba más habilidad, pues ganas no me faltaban, estaba harto de que mi raza fuese considerada por todos como la mascota dócil, asustadiza y pasiva que yo jamás me consideré, a pesar de que mis ojos vieran con disgusto que así era con los que me rodeaban. Así que observé la matanza escrutadoramente sin hacer caso omiso de gritos, súplicas y pedidas de ayuda inútiles, ni siquiera de mis padres o hermanos. Quería aprender.

Estuve oculto hasta que el silencio invadió todo el poblado, pero aun así me descubrieron. Huí, no por cobardía, sino porque nunca fui tan estúpido de pensar que podría yo solo con un ejército de soldados preparados, ni siendo un niño pensaría algo así. Pero uno acabó por arrinconarme, aunque no contaba con que yo no me quedaría quieto. Le planté cara, sabía usar un arma, me gustaba observar a los adultos de la tribu cazar, pues aún no tenía edad de ir con ellos, pero sí que tenía habilidad. Llegué a herirle, pero era obvio que sin una preparación adecuada y siendo tan joven, me acabaría venciendo tarde o temprano. Vi la muerte a los ojos sin miedo, pero sí con mucha ira y rabia. No era mi tiempo, todavía tenía mucho que aprender, mucho que demostrar.

Y, para mi fortuna, alguien más también sabía eso.

Aquella fue la noche en que conocí a Liott Crosszeria y mi destino acabó atado al suyo irremediablemente. Al parecer había agradado a aquel demonio y me propuso un pacto, pero cuando me preguntó por lo que quería conseguir, no se esperaba lo que le iba a responder.

“La inmortalidad”

Por la forma en que su inmutable y frío rostro mutó, creo que esperaba algo como “Quiero vivir”. Pero yo ansiaba el tiempo, solo la inmortalidad podría hacerme el guerrero que anhelaba ser para demostrar de lo que era capaz de hacer un usagi. La habilidad, el poder, la fuerza, la destreza… no necesitaría nada de eso de forma fácil, eso lo podría conseguir yo por mis propios medios, y una corta vida no me sería suficiente ni productiva, así que ése sería mi beneficio en el trato. La inmortalidad.

Por lo que yo mismo me condené al pedir aquello, ya que mi alma quedó atada a ese pacto para toda la eternidad, obligándome a servir a aquel demonio siempre que lo requiriese, me gustase o no. Detesto la servidumbre y la esclavitud, pero aun así, acepté. Si me volvía lo suficientemente fuerte con el tiempo, quizás podría deshacerme de mi “amo” u otro lo hiciera por mí. No obstante, parecía que no éramos muy distintos al fin y al cabo y acabó por agradarme más de lo que pensé, haciéndome cambiar de idea progresivamente, pero eso sería algo que descubrí con el tiempo, ya que lo primero que hice cuando la pluma de fénix que Liott fundió con mi corazón me devolvió a la vida, fue cambiar el apellido Brisby, que fue con el que nací, por Revenant, el nombre que reciben los seres que regresan a la vida, para luego emprender un viaje hacia el reino que había exterminado mi tribu, con la intención de unirme a su ejército. Ya dije que quería aprender y eso haría.

No obstante, nadie suele esperar un espíritu guerrero de un usagi, ni siquiera un ejército al que se le ofrece un soldado dispuesto a defender sus causas si con ello puede tener la posibilidad de ser mejor. Fue difícil, más de lo que podría haber sido para cualquier persona. No recibí apoyo de ningún tipo, por lo que todo lo conseguí fue gracias a mi esfuerzo y mi trabajo duro, no me dejé pisar por nadie. Mi carácter se endureció aún más, aprendí, me hice más fuerte y así seguí haciendo a lo largo de los siglos, cumpliendo con mis deberes como militar y como siervo del demonio que me dio la oportunidad de poder conseguir todo lo que tengo ahora.

Entonces, sin previo aviso, llegaron mis hijos al mundo. Las preguntas sobre su madre puede guardárselas, no tengo nada que decirle al respecto. Dejé pues el ejército en el que trabajaba y me dediqué a encargos de mercenario para poder adiestrarlos más adecuadamente, ser padre soltero no entraba en mis planes después de todo, pero eso no me frenaría para seguir mis objetivos. Si mi linaje ha de continuar, lo hará adecuadamente o lo erradicaré, igual que fue eliminada el resto de lo que una vez se hizo llamar “mi familia”.

La única razón por la que he venido a Nakire Aki ha sido el llamado de mi amo, que por circunstancias requiere de mi presencia aquí, así que me he instalado con mis hijos y he vuelto a la vida militar. Ahora lo que me urge es encontrar un canguro para encargarse de mis vástagos durante mis ausencias, al fin y al cabo, aún son solo simples bebés…


****************************************************************

Nombre real del personaje: Desconocido

Anime, manga, videojuego al que pertenece: Original de DaniellePaint pero con modificaciones hechas por mí, éste era el dibujo original >>> click


“Nuestro encuentro no fue solo una coincidencia, es algo llamado destino. Sólo yo entiendo tu dolor, tu tristeza, tu inseguridad y también tu soledad… lo diré las veces que quieras… ”