Hibari Kyouya

La oscura y fría sala está vacía, o casi. Solo hay una persona encapuchada vestida de oscuro en la estancia, sentada en una ostentosa silla, frente a una que está completamente vacía. Corrección, no está vacía, hay un documento en su asiento. Si sus penetrantes ojos plateados fijan su vista en el documento, probablemente su sonrisa crezca, puesto que sabrá quien ha podido enviarle algo como aquello. Dicen que él lo sabe todo y, probablemente, sea cierto, el encapuchado sabe que no hay secretos para el remitente de aquel documento. Así pues, esto será lo que leerá:



Nombre: Kyouya

Apellido: Hibari

Edad: 18 años

Raza: Neko

Preferencia: Suke


Perfil Físico: Mide 1,69 y pesa 58 kg, por lo que es de complexión delgada aunque de músculos sutilmente delineados, ya que está increíblemente más fuerte de lo que parece a simple vista por su aspecto joven correspondiente a su edad real. Tiene la piel blanca y los cabellos negros, los cuales lleva cortos con algo de flequillo, por el cual asoman sus rasgados y afilados ojos gris claro, bastante impropios de su raza, ya que son herencia de su padre influenciados por la sangre de su madre. Su gesto y físico son imperturbables, es muy difícil sacarle una expresión o una mueca de cualquier tipo si no es peleando o sacándole de sus casillas, aunque incluso en estas situaciones es muy difícil verle apenas una fruncida de cejas. Quizás la sensación que le haga un poco más expresivo sea el placer y no el dolor o la molestia.

Al contrario que la mayoría de los nekos, Hibari apenas muestra habitualmente tanto sus orejas como su cola felinas, ambas de un color negro profundo como su cabello. Debe de estar muy a gusto, exaltado o tener algún motivo emocional o sensitivo para dejar esos atributos a la vista ajena, ya que no son de su extremo agrado. Igualmente, sus garras retráctiles no es habitual que las use, prefiere atacar con armas o cuerpo a cuerpo, pero especialmente con sus potentes mandíbulas, las cuales por fortuna heredaron lo mejor de todo el mestizaje que hay en su sangre: los colmillos afilados de gato de su madre, la habilidad y rapidez canina de su padre y la fuerte potencia de la sangre de tigres y panteras de la familia de su madre. Otros rasgos peculiares serían la capacidad de ver en la oscuridad que posee, sus pupilas se afilan igualmente ante ciertos estímulos y puede emitir ciertos sonidos animales, como ronroneos, bufidos o siseos (el sonido siseante que hacen los gatos cuando se enfadan), gruñidos guturales y hasta rugidos de decibelios considerables. Tiene también una forma totalmente de gato negro pero apenas se convierte en ella si no le es necesario.

A pesar de ello, es un ser peligrosamente silencioso, apenas hace siquiera ruido al caminar incluso llevando zapatos, por lo que es muy habitual que tome por sorpresa a los demás cuando entra en una habitación aunque no se esfuerce en ser sigiloso. Así que con intenciones de serlo es bastante difícil no asustarse al encontrarlo de repente en el lugar y preguntarse cuando demonios ha llegado. Se mueve poco o nada, igual que habla, porque no le gusta perder el tiempo gastando energía innecesariamente. Es por esto que en combate es práctico y directo, no se anda con rodeos y busca acabar lo antes posible con lo que sea. Ágil, fuerte, resistente, muy rápido y con una gran elasticidad, es una pequeña máquina de matar.

En cuanto a su forma de vestir, es raro no verlo con un impecable uniforme escolar de su antigua escuela, aunque igualmente a veces opta por ropa algo más informal pero siempre de colores oscuros, negros y grises en su gran mayoría. Siempre duerme con pijama porque es muy friolero, por eso también le agradan los gorros, las bufandas y los abrigos con capucha calentitos.

Y si alguna vez le ves sonreír, es que estás a punto de morir…





Perfil Psicológico: Frío, solitario, inmutable, arisco y anti-social, así es Hibari Kyouya. No es que le cueste socializar, es que no le gusta en absoluto, todo el mundo parece molestarle con el simple hecho de existir. Se puede decir que no ha tenido muy buena experiencia en lo social desde antes incluso de nacer, pues su raza le ha ocasionado mucha subestimación y discriminación en su propia familia y eso no solo lo ha hecho fuerte física y psicológicamente, también muy frío e insensible y algo acomplejado por sus atributos felinos, los cuales casi nunca muestra habitualmente para evitar masacres innecesarias (?). Tratarle como una mascota equivale a morir al segundo de hacerlo. No soporta a la gente que pretende ir de perfecta y poderosa ladrándolo por la vida, así como menos aún aguanta a la gente débil que espera protección ajena a todas horas en vez de hacer algo por sí mismos. La autocompasión es la cosa que más le repugna en la vida.

No tiene un objetivo demasiado fijado en su existencia, simplemente sobrevivir a ella y hacerse fuerte, superar a quien sea, como sea y donde sea, aunque debe admitir que le gustaría encontrar a su padre… y darle una paliza por no volver a por su madre y a por él en sus primeros 8 años de vida. Aun así, tras el rencor que le guarda, siente muy muy pero que muy profundamente que necesita encontrar algo o alguien a lo que considerarse atado. Ese es uno de los motivos por los cuales no se cambió el apellido Hibari, es lo que le queda de su madre y de su odiosa familia materna. Sin ese trato hacia él, no habría podido ser quien es ahora.

Odia perder el tiempo, al menos en lo que él considera innecesario, pues le gusta ir a su bola y que no le molesten, la tranquilidad y la soledad son algo que le agrada, además es muy perezoso y le gusta hacer nada durante horas porque eso no lo considera perder el tiempo sino divertimento personal (?). La vida le ha hecho muy agresivo, no tiene remordimiento alguno cuando maltrata a alguien, como tampoco lo tiene si hasta lo llega a matar. Quien no es fuerte, no merece vivir. Y si no quiere esforzarse en serlo, menos aún debe existir. No obstante, es muy correcto y disciplinado, es capaz de seguir a rajatabla las normas que se le exigen en ciertas situaciones o adaptarlas de tal manera que sean “sus reglas”, por lo que igualmente se encargará de que se cumplan sí o sí.

Es una persona muy dominante en todos los aspectos de la vida, independientemente del rol sexual que le toque tomar. No pasa ni una, será un gato, pero es una fiera y no se privará de demostrarlo todo lo que le sea posible. No obstante, mostrará indiferencia hacia casi todo, pues es muy difícil despertar su interés si no eres un animalito pequeño y lindo, pues ni siquiera las razas animales más “domésticas” le agradan. No obstante, no es algo imposible, le gustan las personas raras o que tienen algo que les parezca extravagante, las que son capaces de preocuparse por él pero lo demuestran de formas extrañas u ocultas, pues odia los mimos, cariños y demás zalamerías, más aún el que le muestren abiertamente su aprecio por él sin motivo alguno. Es algo que no entiende porque es terriblemente desconfiado, las palabras le son vacías y solo los hechos llevados hasta unos límites podrían llegarle a convencer de algo. Pero con lo cabezota y orgulloso que es, haría falta mucho para conseguir su agrado. Él mismo no sabe realmente como demostrar aprecio, es demasiado frío y ni siquiera es capaz de captar muchas indirectas de carácter sentimental o sexual, en esos aspectos se deja llevar más por sus sensibles sentidos felinos. Verlo sonrojarse pues es algo casi imposible, no tiene vergüenza por nada, porque si se siente humillado o molesto, simplemente se cabreará y atacará sin más dramas.

Le atrae la gente que tiene algo que esconder, cuanto más patético sea lo que esconde, mejor. Igualmente, le tiene TERROR al amor, piensa que es la cosa más innecesaria del mundo o al menos de eso intenta convencerse, puesto que gracias al amor fue que consiguió criarse junto a su madre. Simplemente, no sabe como manejarlo o como reaccionar, le desconcierta, se escapa de su control y eso es algo que Hibari no soporta, necesita sentir internamente que tiene el poder y el control de toda situación, pues tiene una gran seguridad en sí mismo y odia dudar o no saber qué hacer. Pero lo que realmente le aterra es volverse débil por atarse a algo, el forjar lazos tan fuertes que le hagan acabar viviendo una historia similar a la de su madre. No quiere padecer por nadie, no quiere renunciar a nada por nadie, es demasiado egoísta para hacer feliz a nadie. Ya comprobó una vez que podía tener un hogar y alguien que le mirase más que como una mascota o un niño peligroso, pero ese miedo le hizo dejarlo atrás. Y ese es el único remordimiento que ha tenido claro en su vida, por eso no quiere más. No quiere que nada empañe el aura de peligro y frialdad que siempre le rodea con cada paso que da en cualquier parte. Él no es un gatito que juega con estambres, mimosea y te alzará la zarpita si le molestaste.

Él es un gatito que te morderá hasta la muerte.


Puesto en la sociedad: Ciudadano

Empleo: Finge ser estudiante ante los ojos de todos para poder tener bajo control la academia de Nakire Aki, ya que alguien al parecer tenía interés en tenerla vigilada por algún motivo y él fue el indicado para llevar a cabo esa tarea en secreto…

Familiares vivos: Su abuelo, tíos y primos por parte materna, la familia Hibari, todos de raza tigre y pantera, y cree que su padre sigue vivo, el cual es de raza perro.


Historia: Venido al mundo en una importante familia tradicional de grandes felinos, su nacimiento fue cuanto menos un chiste para un linaje de fuertes y peligrosos tigres y panteras. No obstante, como en cada familia importante y poderosa siempre había secretos sucios bien ocultos bajo la alfombra, los bastardos no iban a ser una excepción, por lo que nadie se extrañó sobremanera que la única hija mujer del cabeza de la familia Hibari hubiera sido una gata, probablemente por algunos genes recesivos que fortuitamente o no tanto hubieron salido a la luz con ella. Pero al no ser la heredera de la familia, simplemente se la trató como una señorita recluida en su lujosa mansión, a la espera de que alguien de alguna familia igualmente poderosa también de grandes felinos la desease para formular un matrimonio concertado. Pero Saya Hibari era una gata con sangre de fiera en las venas y, cuando consiguió hacer creer a todos que era la damita sumisa y perfecta que pretendían haber creado, se rió de todos en sus mismísimas narices y se escapó de aquella jaula de oro.

Vagó por los suburbios viendo el mundo y siendo libre, sintiendo las mieles de no ser esa gata doméstica que pretendían que fuera mientras gozaba de todo el mundo exterior del que la habían privado. Así fue como conoció al padre de su futuro hijo, irónicamente perteneciente a la raza de los perros, pero a ella eso fue lo que menos le importó. Él la amo tal y como era sin importarle nada más, por lo que comenzaron juntos su vida en los devastados suburbios hasta que ella quedó embarazada y nació Kyouya, su pequeño bebé gatito, heredando la claridad y la forma felina de los ojos de su madre y el monócromo color de los negros de su padre. Si a su progenitor poco le había importado que la mujer que amaba fuera una gata, menos aún lo hizo que el fruto de ese amor también lo fuese, por lo que no hubo problemas en su pequeña y peculiar familia en demasía hasta que su hijo cumpliera apenas un año. Momento en el cual la madre de Kyouya fue encontrada por la familia Hibari, obligándola a regresar para encerrarla de nuevo en su segura y opresiva mansión.

Saya no lo dudó, le dijo al padre de su hijo que huyera, pues si se quedaba, Kyouya jamás conocería a su padre. Se sabía demasiado bien como arreglaban los “problemas” en su familia. Por lo que tras mucho batallar en esa decisión, decidió obedecerla y se fue, dejándola a cargo de su hijo, cosa que no iba a ser fácil, pero sí más que salvarle la vida a él. La madre de Kyouya entonces negoció con su propia familia. Volvería a casa, estaría dispuesta incluso a renunciar a su libertad totalmente y hasta a casarse sin rechistar con quien su padre decidiera. Pero solo con la condición de que Kyouya se criase en esa casa junto a ella como uno más de la familia. Y como mujer de sangre fría y decisiones tajantes, dones que su hijo había heredado, los Hibari accedieron.

Pero ahora el recién nombrado Hibari Kyouya acababa de empezar a vivir su pequeño martirio personal. Desde niño se le trató con mucha frialdad, exigiéndosele más del doble de lo que se les exigía a los otros miembros de su clan. Incluso su madre era realmente dura con él. Pero Kyouya tenía muy claro que los motivos de su madre para tratarle así eran muy distintos de los demás miembros de su familia. Él desde muy pequeño fue consciente de que era distinto a ellos, que su madre había renunciado a muchas cosas por su bien, y quizás por eso empezó a esforzarse en ser mejor, hacerse fuerte y estar a la altura de lo que se le exigía en aquella casa rica. Hasta el día en que su madre le dijo que olvidase el hacer las cosas por los demás, que fuese egoísta y pensase en sí mismo. Que fuera fuerte porque él quería serlo, no para compensarle nada a ella ni para demostrarle nada a nadie.

“Ruge porque te apetece, no para mostrarles quien manda”

Y así lo hizo Kyouya, al menos hasta que cuando cumplió ocho años lo echaron de la casa, tras el matrimonio concertado de su madre. Volvía a estar embarazada. Pero esta vez, no iba a ser otro gatito. Una vez atada sin remedio a aquella casa, ya no tenían negociaciones para seguir manteniendo a aquel bastardo con ojos grises, así que la última imagen que Kyouya vio de su madre fue la de ésta a través del cristal de un amplio ventanal de la mansión, con su embarazo de 6 meses y una expresión fríamente nostálgica mientras le sonreía de forma amarga, pronunciando unas palabras que no pudo oír pero si leer en sus labios:

“Busca a papá”

Kyoya simplemente asintió y regresó al lugar en el que había nacido, los suburbios. No obstante, sobrevivir allí era más prioritario que buscar a su padre, por lo que tuvo que arreglárselas para ello, al menos hasta que conoció a alguien que estuvo dispuesto a enseñarle. La segunda persona que marcaría su vida y a la que respetaría, aunque ni muerto estuviese dispuesto a admitirlo, pues tras 5 años en las calles sin pista alguna sobre su padre y con el dolor interno de saber que su madre había fallecido antes de haber dado a luz a lo que pudo haber sido su hermano, Kyouya a sus 13 años conocía a un hombre que le enseñó más que a ser la fiera agresiva y sedienta de sangre y violenta en que se había visto obligado a convertirse para no ser pisoteado por nadie, por lo que pisándose el orgullo cuando le demostró que aún le quedaba mucho por aprender, decidió ir a su casa y estar a su cargo, dejando de ser un gato callejero para volver a su temporal domesticación de nuevo. Su padre tendría que esperar un poco más…

En ese tiempo entró al instituto Namimori, haciéndose con el control prácticamente del mismo cuando se convirtió en el líder del comité disciplinario de la escuela, poniendo en práctica todo lo que le enseñaba aquel hombre joven, cuya relación fue estrechándose más de lo que Kyouya era consciente. Nadie le llamó nunca por su nombre excepto su madre porque él no lo permitía. Pero aquel tipo jamás le llamó Hibari. Y ni él mismo se dio cuenta hasta que lo tuvo mucho más adentro de él que al abrirse de piernas. Por eso no debía quedarse más, no podía vivir esa vida feliz que se le ofrecía, no encerrado de nuevo. Así que en cuanto se graduó y aprendió a controlar un poco mejor el poder que le había enseñado más allá de los simples golpes, se fue de aquella casa que pudo haberse convertido en algo parecido a un hogar para él y lo dejó todo atrás, regresando de nuevo a la búsqueda de su padre y a la de su propia vida.

Fue entonces cuando sus pasos le trajeron hasta Nakire Aki, en donde llegó a sus oídos que había alguien de quien se decía que lo sabía todo en el lugar. Eso le hizo pensar que quizás hablando con él pudiera obtener la información que necesitaba para seguir buscando a su padre, pero cuando accedió finalmente a La Orquídea Azul y llegó hasta Príncipe Liott, éste le ofreció quizás una opción incluso mejor. Un trabajo, bien pagado por supuesto, y una fuente continua de información actualizada de lo que pudiese averiguar sobre el asunto de su padre. Hibari lo vio razonable, por lo que se instaló en la escuela y actualmente se dedica a velar por la seguridad de la misma o, más bien, de alguien relacionado con ella, haciéndose pasar por un estudiante miembro del consejo estudiantil.



Otros datos:

● Le gusta la tranquilidad, la soledad y el silencio, dormir al sol, las alturas, los animales pequeños y lindos, la carne, morder cosas, el café y entrenarse.

● No le gusta el frío, el agua, el pescado ni el marisco, la leche, los cascabeles, la gente, que le molesten o peor aún, que lo despierten, y los débiles tanto física como emocionalmente.

● No puede evitar fijar su atención irremediablemente en las cosas que se agitan y mueven con rapidez, siente horribles deseos de perseguirlas y le cuesta un mundo resistirse a ellas. No obstante, ha aprendido a no perseguir a los pájaros… prefiere cazar cosas más grandes y fuertes con plumas…

● Se pone especialmente agresivo e irascible cuando está en período de celo, pues está físicamente mucho más sensible de lo normal y lo único que le pide el instinto las 24 horas es que se roce contra todo y monte cualquier cosa que se le ponga por delante, algo que obviamente se niega a hacer e intenta estar lo más concentrado y controlado posible.

● Morirá antes que admitirlo, pero le llaman la atención las personas con los cabellos de colores claros, como los rubios, blancos y plateados, así como los hombres fuertes y seguros que son capaces de verse patéticos y torpes de vez en cuando. La gente “perfecta” le repele, le recuerda demasiado a la familia de su madre.

● Su madre le enseñó a tocar el piano aunque no tenía interés ninguno por la música, pero le obligó a ello para enseñarle a controlar su atención, ya que siendo un chico gato tenía ciertas “debilidades” que debía erradicarle o, al menos, suavizarle de alguna manera. Así que le corrigió su déficit de atención momentáneo haciendo que aprendiese a tocar piezas terriblemente complicadas y rápidas. Hibari no sabe solfeo, ni siquiera presta atención a la melodía que toca, sino a como y donde la toca. Puede vérsele mover los dedos de forma inconsciente cuando suena alguna música, emulándola imaginariamente para ejercitar su concentración. Llega a tomar tal grado de concentración cuando toca que no se entera de nada de lo que ocurre a su alrededor hasta que aparta los dedos de las teclas y su alerta se activa.

● Su arma habitual son un par de tonfas que parecen una extensión más de su cuerpo, de hecho, tiene compartimentos secretos en ellas en donde guarda más armas y demás cosas útiles.

● Está obsesionado con el instituto Namimori, la escuela en la que estudió antes de venir a Nakire Aki, la ama por sobre todas las cosas y todo lo referente y relacionado con ella, incluso su horrible himno que a nadie le gustaba, el cual lleva como tono de móvil.

● Irónicamente siendo un neko, tiene un pajarito como mascota al que le ha enseñado varias cosas, entre ellas a espiar y decir algunas palabras… e incluso a cantar el himno de su anterior instituto.


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Nombre real del personaje: Hibari Kyouya

Anime, manga, videojuego al que pertenece: Katekyō Hitman Reborn!

"Nuestro encuentro no fue solo una coincidencia, es algo llamado destino. Sólo yo entiendo tu dolor, tu tristeza, tu inseguridad y también tu soledad… lo diré las veces que quieras… ”