Vlay - Informe confidencial nº5

La oscura y fría sala está vacía, o casi. Solo hay una persona encapuchada vestida de oscuro en la estancia, sentada en una ostentosa silla, frente a una que está completamente vacía. Corrección, no está vacía, hay un documento en su asiento. Si sus penetrantes ojos plateados fijan su vista en el documento, probablemente su sonrisa crezca, puesto que sabrá quien ha podido enviarle algo como aquello. Dicen que él lo sabe todo y, probablemente, sea cierto, el encapuchado sabe que no hay secretos para el remitente de aquel documento. Así pues, esto será lo que leerá:



Nombre: Vlay

Apellido: No tiene ninguno

Edad: 28 años

Raza: Perro

Preferencia: Seme



Perfil Físico: Vlay es un hombre alto y joven, llegado casi al 1,90 con un cuerpo delgado y ágil de piel clara lleno de de músculos. Su cabello es blanco como la nieve y muy muy largo, cubriéndole prácticamente toda la espalda, lo lleva capeado, nunca atado y el flequillo le cae generalmente sobre su ojo derecho, el cual suele cubrir con un parche siempre aunque nadie sabe por qué, pues ve perfectamente con él. Posee un rostro bello y masculino, de facciones marcadas pero no excesivamente, por lo que unido a la blancura de su piel y cabellos le dan un aspecto majestuoso que junto a su porte y a la agilidad de sus movimientos, siempre seguros y certeros, le hacen ver como un ser más espiritual que terrenal como los propios de las leyendas de la manada de la que procede. Tiene los ojos rasgados y bicolor, pues los perros de las montañas del norte no los tienen oscuros, sino claros y de dos colores generalmente. El derecho, cubierto siempre, de un color dorado, mientras que el izquierdo, el único visible para los demás, es de un tono azul grisáceo tan claro que perfectamente puede confundirse con el brillo del acero de la hoja de una espada. Su cabeza está coronada por un par de orejas pequeñas y alzadas de perro norteño, las cuales no puede hacer desaparecer libremente, ya que no posee orejas humanas como otras especies o razas en sus formas humanas. Igualmente, tiene una cola larga y tupida de pelaje blanco, como el de sus orejas, que tampoco puede hacer desaparecer y que por lo general habla más que él. Otros rasgos propios de su raza son la magnífica dentadura que posee, de potente mordisco y colmillos visibles, así como la sensibilidad de su olfato y su oído, aunque su vista no es tan buena como la humana en cuanto a colores e intensidad.

De gesto serio, duro y atento generalmente, no va con la sonrisa pintada en la cara pero eso no quiere decir que nunca la tenga, igualmente la forma masculina y ruda de sus cejas le hacen ver generalmente con una actitud más fría de lo que realmente pueda tener, incluso estando de buen humor. No gesticula en demasía pero no es inmutable, no al menos cuando no está concentrado en su trabajo, luchando o queriendo mostrar su seriedad. Sus movimientos son seguros, tranquilos y eficaces, es hábil usando más de un arma a la vez, fuerte, resistente, especialmente al frío y las largas caminatas, pues se ha criado en los duros bosques montañosos del norte, por lo que está acostumbrado a las inclemencias del tiempo y se las ingenia con todo lo que sabe sobre supervivencia. Su raza tiene sangre de lobo por los mestizajes de las tierras montañosas, por lo que es más salvaje y fuerte que otras razas caninas más “domésticas”, e igualmente puede comunicarse a través de gruñidos, aullidos y ladridos en ambas formas, pues puede tomar forma de perro de las montañas nevadas, similares a los huskys o los akita inu, de un color blanco inmaculado y algo más grande que los perros normales.

Viste habitualmente con ropa de viaje y apropiada para menesteres como la caza, ajustada y llena de correas y compartimentos útiles, con botas cómodas y altas resistentes al frío y al agua, guantes de dedos ajustados para no perder el calor de sus manos ni entorpecer sus movimientos y su inseparable capa de viaje. Sabe hacer armas rústicas y utilizar bastantes relacionadas con la caza, como lanzas, hondas, ballestas o arcos, pero sus instintos salvajes lo decantan más por llevar para esos menesteres una espada y un puñal con grabados rúnicos de las tierras de las que procede.

Habla poco y de forma que puede parecer algo arrogante, con un tono profundo y masculino propio de alguien que parece saber mucho de la vida. No posee tatuajes, ni piercings ni marcas especialmente notables en su cuerpo.



Perfil Psicológico: Vlay es un hombre tranquilo y seguro con grandes instintos salvajes y, a la vez, con un gran autocontrol. Es muy exigente y duro, tanto consigo mismo con los demás, por lo que a veces puede parecer algo arrogante aunque solo se dedique a decir lo que piensa sin más, no es de los que adornan las cosas y no tiene demasiado tacto para hablar. Se ha criado en un medio peligroso en el que la supervivencia ha sido la mayor prioridad de su vida, pero a pesar de que pueda parecer tan rudo, frío y serio, este perro salvaje es alguien que puede proporcionar ratos muy amenos y enseñar muchas cosas, pues tiene mucha experiencia en la vida a pesar de ser joven y ha visto y conocido muchas cosas interesantes, sus historias suelen ser muy entretenidas… eso claro, cuando se consigue que las cuente. Debido a su relación con su madre y su manada, no es muy apegado a la gente, es consciente de que la permanencia de las personas al lado de uno no es para siempre y eso le condiciona a no apegarse demasiado profundamente a nadie, lo cual no significa que no sea fiel a amistades o pareja, de hecho, ni siquiera es alguien dado a la promiscuidad. No al menos cuando hay alguien en celo cerca, porque entonces sus instintos animales despiertan y ha de contentarlos de algún modo.

No es ningún defensor de la justicia ni mucho menos, él suele ir a lo suyo y a sus cosas, está acostumbrado a estar solo tanto como socializando, de hecho, le agrada la gente segura de sí misma y dispuesta a aprender y mejorar, los débiles y victimistas le repugnan, pero aun así es consciente de que alguien no se hace fuerte de la noche a la mañana y que tampoco le puede a alguien más fuerte, por lo que no duda demasiado en meterse donde no le llaman la mayoría de las veces para ayudar a alguien que lo necesite. No es mala persona, solo tiene sus formas de escudarse de atarse de los demás porque sabe lo doloroso que puede resultar decir “adiós” y estar solo, a pesar de que él pretenda estar sin nadie la mayor parte del tiempo, pues su madre de crió para ser totalmente autosuficiente y que no tuviera que depender de nadie.

No obstante, el tiempo que pasó con su manada es algo que le viene a la memoria con frecuencia y los recuerdos al respecto le hacen sentir mucha nostalgia de aquellos días en que estaba rodeado de semejantes y se le requería para más que por trabajo. Algo dentro de él quiere un poco de estabilidad en su vida y quizás por ello haya acabado de nuevo en una ciudad, probablemente su subconsciente quiera obligarle a asentarse un poco y conocer personas en un lugar tan grande y lleno de gente como es Nakire Aki. Sin embargo, Vlay siendo tan exigente no acepta cualquier compañero, ni siquiera cuando entra en celo. Tiene gustos muy concretos en cuanto a temas sexuales y sentimentales que puede que no resulten del todo habituales, al menos por lo que él tiene entendido y ha experimentado.

Adora los ukes seguros, poderosos y dominantes, a pesar de que él pueda parecer todo un macho alfa dispuesto a violar vírgenes inocentes con una sola mirada sin dejar oportunidad siquiera a pronunciar un “no”. Gran error, Vlay es un hombre tremendamente pasivo, le gusta que le hagan, que le martiricen, que le atormenten hasta hacerle llegar a la desesperación, las súplicas y la obediencia y sumisión absolutas. Le fascinan totalmente los chicos perversos, que gozan haciéndole y ordenándole y castigándolo o premiándolo si ha sido un perrito malo o bueno sin dejar de ser ukes, no soporta los chicos que actúan como si estuvieran haciendo algo malo o pecaminoso o aquellos que ladran mucho y muerden poco, como suele llamar Vlay a los ukes que hacen insinuaciones y luego esperan que él lo haga todo. No, eso es lo que a Vlay le gusta hacer, insinuar y juguetear con un uke, molestarlo y hacer lo que sea para que éste le preste atención, vaya tras él y lo maneje a su antojo para colmarse de placeres y con ello, hacerle gozar a él mismo por ello.

Y aunque es un gran amante del BDSM, especialmente de mordazas, collares, cuerdas y cadenas, es muy difícil que se deje hacer ese tipo de prácticas con un desconocido, necesita un nivel de confianza considerable, del mismo modo que lo necesita para dejar salir la parte más agradable de su personalidad. Vlay puede llegar a ser como un cachorro juguetón en el cuerpo de un hombre de casi 30 años, le gusta llamar la atención de la persona que le interesa de ese modo, llegará a ser sutilmente coqueto y seductor si hace falta, al menos hasta que la otra parte entienda el mensaje y tome la iniciativa de lleno, a Vlay le gusta ser conquistado más que conquistar. Le agradan las personas activas que no paran quietas ni un momento, que tienen interés por mejorar y no le importa que sean más fuertes que él, de hecho, le agradan incluso los chicos celosos y posesivos porque él también lo es en cierto modo. Su sueño o su fantasía bien podría ser encontrar a un uke de aspecto lindo, seguro y fuerte que le encantase jugar a adiestrar a su perrito blanco…

En el amor, lo que más caracteriza a Vlay es la fidelidad sin duda. Le costará un mundo no ser tan exigente con su pareja y reprocharle sus errores o deficiencias, pero si se va lejos de él, irá tras ella hasta el fin del mundo hasta encontrarla, del mismo modo en que le será realmente difícil el superar su pérdida si el destino se la quita desafortunadamente. Ante el desamor, no se rendirá, es alguien que cuando tiene algo claro, persigue su objetivo insistentemente, no es su estilo el rendirse y si tiene que reconquistar a alguien que ama con todo su corazón, lo conseguirá o se dejará la vida en ello en el proceso. No obstante, lo más importante para él será la felicidad de quien ama y si le queda claro que eso no sucederá estando a su lado, dejará marchar con pesar a esa persona sin remedio. Vlay puede ser posesivo, pero no hasta el punto en que le gustan los chicos así. No es orgulloso, pero sí algo rencoroso, no olvida fácilmente y lo que sí jamás perdonará a su pareja por mucho que la ame será la traición. Ni a su pareja ni a nadie, es un perro, la lealtad siempre estará por encima de todo.

En cuanto a sus creencias, es muy respetuoso con los dioses y la naturaleza, según las creencias de su manada, los elementos tienen vida propia y hay que honrarlos y respetarlos para tener su aprobación y su gracia, no hay que enfadarlos y se ha de llegar a un equilibrio con ellos. La manada de Vlay concretamente venera con gran fervor a la luna, por eso piensa que él nació sano y fuerte y todo fue buen durante el parto de su madre, por haber nacido una noche de luna llena.


Puesto en la sociedad: Viajero

Empleo: Cazador, aunque hace algunos trabajos propios de mercenarios de vez en cuando si las piezas escasean, pagan bien y no es un trabajo que rompa demasiado su ritmo de vida pero sí que le haga evitar la monotonía en la misma

Familiares vivos: Algunos miembros de la manada de su madre, ésta misma y muy probablemente también su padre, aunque no lo sabe ni le interesa demasiado el descubrirlo


Historia: Vlay nació una fría noche de luna llena en una manada de perros salvajes de los bosques de las montañas del norte. Hijo de una cazadora con sangre de lobo en las venas que no estaba dispuesta a ser la esposa de nadie y limitarse a criar niños, hacer labores del hogar y de recolección, ésta se fue siendo muy joven de la tribu y se dedicó a viajar viviendo de las piezas que cazaba y vendía, así como algunos trabajos particulares que ofrecían a los mercenarios y que resultasen interesantes. Pero fue en uno de los reconfortantes momentos de pasión que le regalaba su libertad y su intenso modo de vida que se quedó embarazada, por lo que decidió volver a su tribu, pues sería más seguro tanto para ella como para el bebé que llevaba en sus entrañas a la hora de dar a luz, ya que la manada estaba asentada en tierra sagrada y eso la fortalecería si algo salía mal. No se la miró con buenos ojos en la manada a su regreso, pero viendo que estaba dispuesta a respetar a los dioses de sus leyendas y poner sus habilidades al servicio del resto de la manada, se le permitió volver y Vlay llegó al mundo sano, fuerte y hermoso como la luna que bañó su cuerpo ensangrentado cuando emitió sus primeros llantos al nacer.


Los primeros años de su vida no fueron demasiado complicados, no al menos algo que fuera considerado fuera de lo normal en una manada del lugar, crecía y se relacionaba bien, aprendía y mostraba cada vez de forma más claras las mismas aptitudes licántropas de su madre. Y esto mismo fue lo que hizo que su madre se fuera de la manada sin decir nada, solo a Vlay, pues no estaba dispuesta a estar bajo el mando de nadie, pero tampoco quería que su cachorro perdiera la oportunidad de aprender de la manada. Así pues, el pequeño perro salvaje se crió junto al resto de miembros de lo que se había convertido en su familia y nunca extrañó el tener un padre, pues era exigente y duro como su madre y se dedicó a convertirse en el primer cachorro que acompañó a los adultos de la manada a cazar antes de cumplir la edad adulta. Y esa misma noche fue la que regresó su madre a por él.


Su madre le dio la opción de quedarse allí o de irse con ella para enseñarle cosas de la vida que no aprendería en la manada, pues no volvería más a por él. Tenía que decidir en ese momento. Vlay entonces tuvo el dilema de si quedarse con los que se habían convertido en su familia o en salir de ella y ver el mundo, aprender de la experiencia de su madre y ser libre como ella. Y quizás, algún día encontrar de casualidad a su padre… Así que, apenas con 10 años que tenía, aceptó marchar junto a su madre, pero le pidió al menos el despedirse de la manada, cosa que obviamente no fue visto demasiado bien por los demás ni por su madre, por lo que desde entonces el carácter de Vlay se tornó algo más serio y frío, aprendiendo en ese momento la fugacidad que podía tener la permanencia de las personas en la vida de uno. Sin embargo, estuvo varios años junto a su madre, aprendiendo y viajando, cazando con ella y volviéndose hombre en cuerpo y alma hasta que al cumplir los 18 años, su madre consideró que ya era capaz de valerse total y completamente por sí mismo y se separaron. Vlay acababa de convertirse en un hombre libre.

Diez años son los que Vlay lleva viajando por el mundo y dedicándose a lo mismo que su madre, a la cual hace años que no ve, pero de la que suele tener noticias con frecuencia en los lugares por los que ha pasado recientemente. Hace mucho que abandonó la idea de encontrar a su padre al pensar que realmente ya no era algo que le hiciera falta para llenar ningún vacío emocional ni nada por el estilo, por lo que vive su libertad con gusto, cazando y haciendo algún que otro trabajo propio de mercenarios para no aburrirse y así es como sus pasos le han llevado actualmente a Nakire Aki aunque… ya llegando a la madurez de su raza, quizás siente que no estaría mal encontrar a alguien a quien jurarle fidelidad y obediencia hasta sus últimos días, pues aunque no se termina de ver rodeado de cachorros o de una nueva manada, en el fondo es un perro salvaje al que le gusta mucho obedecer lealmente a su adorado amo…



Otros datos:

● Le gustan las manzanas, la carne, el BDSM, cazar, morder cosas, que le rasquen la barriga y tras las orejas, los ukes pervertidos y dominantes, la nieve, rodar por la hierba, y aullar a la luna.

● No le gusta que le agarren de la cola o las orejas, los ruidos fuertes, la lluvia, que invadan su territorio, la autocompasión, los ukes inocentes y pudorosos, el abuso de poder, la falta de respeto a sus creencias y las indicaciones luminosas o por colores.

● Su sentido de la vista es algo peculiar, pues aunque no distingue del todo bien ciertos colores y tonalidades, ya que su espectro de colores visibles es mucho menor al de los humanos, es capaz de ver en la oscuridad y de distinguir el más mínimo movimiento a un kilómetro de distancia, al igual que su visión periférica es mayor, especialmente en su forma animal


● El chocolate le sienta muy mal a su estómago, igual que el café, por lo que solo puede tomar muy muy poco y aun así no se librará de la pesadez de estómago y la incomodidad física general, y el café si lo toma es en muchísima leche con una pequeña pizca de café, pero prefiere las infusiones y más aún, los zumos naturales y la fruta.

● Se pone tremendamente nervioso y agresivo cuando se emborracha, por lo que procura llegar a unos límites razonables con el alcohol.

● Presiente terremotos, temporales e incluso cuando una persona se pondrá enferma (por ejemplo, si va a tener un ataque de epilepsia) tiempo antes de que ocurran por su instinto y sensibilidad.

● Suele “marcar el territorio” con frecuencia cuando acampa o caza en alguna zona, aunque es una costumbre que intenta evitar sin mucho éxito cuando visita pueblos o ciudades, especialmente cuando hay otras personas en celo cerca…

● Siendo un macho él no entra en celo de forma cíclica, pero sí lo hace cuando siente hembras u otros machos de otras razas que sí pueden tenerlo, por lo que está más juguetón y sociable que de costumbre, siente deseos de embestir todo lo que se le ponga por delante pero evita constantemente a las hembras porque no está por la labor de traer cachorros por el momento al mundo, así que ronda a los machos, “marca su territorio” más frecuentemente y suele aullar por las noches para buscar “compañía” o para desestresarse un poco cuando la mano le sabe a poco si no tuvo suerte con las conquistas…

● Una de las cosas que suele hacer cuando quiere conquistar a alguien es traerle regalos con frecuencia, del tipo que sea, no porque busque comprar amor o sexo, sino porque es una costumbre instintiva que tiene de su raza.

● Siente cierta fijación por los humanos a pesar de no ser una raza animal ni extremadamente fuerte.

● Tiene la manía de ir a buscar y traer tranquilamente como si nada los objetos que una persona lanza o deja caer, aunque no hayan sido tirados con esa intención.


● Las noches de luna llena, al igual que el resto de perros de su manada, puede hacer lo que él llama “liberar su espíritu”, tomando forma de un inugami (perro espiritual), lo cual le permite volar y posesionar seres vivos y no vivos, así como curar o provocar maldiciones, es una habilidad propia de los perros salvajes que habitan tierra sagrada en los bosques montañosos del norte y ellos consideran que fue un poder que les otorgó la luna por respetar el territorio que habitaban, manteniendo el equilibrio con él y protegiéndolo de los intrusos.


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Nombre real del personaje: Rai

Anime, manga, videojuego al que pertenece: Lamento: Beyond the Voice

"Nuestro encuentro no fue solo una coincidencia, es algo llamado destino. Sólo yo entiendo tu dolor, tu tristeza, tu inseguridad y también tu soledad… lo diré las veces que quieras… ”