Sentimientos...

Podía decirse que ese día se había escapado del palacio, aún cuando no tenía ninguna actividad pendiente en el colegio, simplemente quería estar un poco más fuera, pues estar la mitad del día encerrado en un enorme lugar en el que prácticamente no hay nadie era agradable solo la mitad de las veces, o hasta podría decir que menos de la mitad… quizá haya sido eso lo que lo llevó a contratar más empleados, y el más, era entre comillas, pues solo eran dos, los cuales además debían atender sus propios asuntos personales y tampoco estaban todo el día en el palacio.

Sin pensar hacia donde iría, simplemente comenzó a caminar, vistiendo un pantalón negro, y una gabardina prácticamente del mismo material que el pantalón e igual color, la cual llevaba cerrada hasta la cintura, de manera que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, también usaba un par de cinturones que hacían juego con el resto de la ropa, y zapatos discretos en el mismo color negro, una especie de brazalete plateado adornaba su brazo derecho, y en el izquierdo se podía apreciar la marca en forma de doble cruz. Era agradable andar por la calle sin la necesidad de ocultar su rostro, como usualmente hacía cuando estaba en el palacio, el motivo? Ni él lo sabía, simplemente no le gustaba el hecho de que todo el mundo supiera que él era el Rey de Nakire aki, y por ello trataba todos los asuntos “reales” de la forma más discreta posible, mientras por otro lado actuaba como un simple profesor de arte, era por eso que prácticamente nadie conocía su identidad, a excepción de sus dos empleados, ante el resto del mundo era solo Zess, y esperaba que así siquiera siendo.

Para cuando se dio cuenta se había internado en el bosque, guiado por el agradable clima, la tranquilidad del lugar y la hermosura del paisaje, continuó avanzando entre los frondosos árboles, escuchando sólo el sonido del viento y el cantar de las aves, hasta que una presencia llamó su atención, y a unos cuantos pasos de donde se encontraba pudo visualizar a un chico de cabello castaño, se veía delgado, pero las ropas que usaba hacia que esto se notara aún más, debido a lo grande que le quedaba, sin embargo no era eso, ni tampoco el color blanco de sus ropas lo que llamaba la atención, sino la expresión de tristeza y aflicción que tenía en el rostro, emanando también un aura solitaria y nostálgica que no podría pasar desapercibida para nadie.

No podía decir que el ver al chico de esa forma no le había afectado en nada, y aún así intentó convencerse de que ese no era su problema, no tenía por qué meterse en asuntos ajenos ni preocuparse por un desconocido, pero en cuanto vio como las lágrimas comenzaban a brotar de aquellos ojos, que su parecer reflejaban inocencia pura y bondad, simplemente no pudo ignorarlo, mucho menos cuando esas lágrimas se convirtieron en más que un simple llanto.

Por un largo tiempo no puso moverse, solamente se quedó ahí, observando a aquel chico seguir llorando, hasta que al parecer no pudo más y las lágrimas por fin cesaron, pero obviamente ni una pizca de tristeza se había alejado. Cuando por fin pudo reaccionar, se acercó a paso lento y sigiloso hasta donde estaba el chico, poniéndose frente a él y mirándolo hacia abajo, debido a que esté estaba sentado y mirando hacia arriba, quizá le estaba obstruyendo la hermosa vista hacia el cielo, pero no había podido evitar ninguna de sus acciones, era como si algo le dijera que debía saber que era lo que le sucedía, o al menos hacer algo por ayudarle y/o confortarle un poco, aún cuando nada de eso debería estar en su naturaleza.

-El bosque es peligroso en la noche-dijo simplemente sin apartar la mirada del chico, y también sin cambiar de posición-si te quedas por aquí correrías muchos riesgos-agregó esta vez agachándose para quedar más o menos a la altura del otro, pues la diferencia de estaturas era bastante evidente. Pero no se atrevió a hacer nada, más que contemplar los restos de tristeza que quedaban en el rostro ajeno.

Miró fijamente los ojos ajenos ahora levemente rojos por el llanto, y que lo miraban también, siguiéndole en sus movimientos, como intentando encontrar una razón para las palabras que le había dicho, y su expresión reflejaba justamente eso, confusión, y le entendía completamente, por qué un desconocido se interesaría por ayudarle o saber lo que le pasaba? Sería muy normal que desconfiara o se asustara, pero no, lo único que hizo aquel chico fue sonreír, y no de cualquier manera, sino de una forma sincera, inocente, pura y hermosa, que lo dejó congelado por unos segundos, nunca se había topado con nadie que pudiera transmitirle tantas cosas con una simple sonrisa, ni tampoco se había topado con alguien que llamara su atención de aquella manera, no hasta el punto de hacer que se sintiera aunque fuera un poco preocupado…

Cuando por fin escuchó la respuesta del chico, le miró ahora con más atención, para poder así descifrar más de las emociones ajenas por medio de sus expresiones y también por medio de sus “no expresiones” ya que era claro que mucho de lo que sentía no lo estaba expresando, y en cambio lo enmascaraba con esa radiante sonrisa que le mostraba.

No pudo evitar que una expresión de extrañeza se formara en su rostro ante las palabras del chico, le estaba diciendo que lo que había en su corazón era peor que cualquier cosa terrible que pudiese aparecer en el bosque? Cómo podría ser eso cuando él veía tanta pureza en el aura del muchacho, en la misma alma que éste poseía, por un momento tuvo el impulso de acercar su mano y colocarla sobre la del chico, para así sentir el latido del corazón de éste, pero se contuvo… ya había hecho suficiente con estar ahí, molestándole por culpa de dichos impulsos.

La tristeza pareció volver a apoderarse del otro, llevándose la hermosa sonrisa y cualquier otro gesto similar, ahora solo quedaba el dolor, y era casi palpable, que hasta podría jurar que él también podía sentirlo, no le gustaba, lo detestaba, lo odiaba, no podía soportarlo… pero, por qué?...

Afortunadamente esa sensación disminuyó cuando los brazos ajenos le rodearon y de inmediato correspondió al abrazo, sujetando la pequeña cintura del chico con una de sus manos, atrayéndole levemente hacia él, mientras que ubicaba su otra mano en la cabeza del otro, acariciando con suavidad algunos de los mechones castaños, a manera de brindarle aunque sea un poco de confort a aquella alma que parecía tan solitaria, además había visto el temblor en el cuerpo ajeno a causa de la fría brisa, y si el chico no le hubiera abrazado, seguramente él hubiera terminado haciéndolo para quitarle el frío, ya que no creía que ofrecerle su gabardina que ni siquiera tenía mangas le sirviera de algo.

-Dudo mucho que haya algo malo en tu corazón, no veo en el ni siquiera un rastro de oscuridad o maldad, todo lo contrario, si de verdad quieres ver oscuridad deberías buscar en otro lado –dijo mientras le levantaba con cuidado el rostro para mirarlo, dándole a entender que dicha oscuridad estaba en todos lado a su alrededor, y por supuesto, también frente a él en su propia persona - no en tu corazón… -deslizó su mano de la barbilla del chico, hasta su mejilla, donde se deshizo de cualquier resto de lágrimas que pudiera haber quedado-y si quieres quedarte aquí, está bien, me aseguraré de que no te pase nada-concluyó como si se hubiera convertido en su guardaespaldas, asegurando que le protegería sin siquiera saber si el otro estaba de acuerdo.

Agradeció tanto aquella sensación de protección que el mayor le demostraba, el que le respondiera el abrazo que le había dado por simple impulso de sus emociones al querer evitar más ese sentimiento de soledad que lo embargaba, claro por su mente paso en algún escaso momento que lo apartaría pero al ser todo lo contrario todo pensamiento fue borrado de su mente al instante.

Escucho las palabras del mayor y dejo que limpiara las lagrimas que quedaban en sus mejillas. ¿Cuidarlo? De verdad aquel sujeto que le había mostrado un poco de bondad y compasión se ofreció a protegerlo de cualquier animal (o suceso) que pudiese aparecer (o acontecer) donde él se encontraba, definitivamente en aquel momento cualquier rastro de tristeza y soledad fue reemplazado por una cariñosa mirada y sonrisa.

Llevo una de sus manos hasta la mejilla del otro y la acaricio levemente, sin dejar de lado la mirada que le dedicaba. -No tienes que preocuparte por mi- pronuncio con una voz suave, dulce y calmada. -Además tienes razón, el bosque es peligroso y no podría dejar que te ocurriese algo por mi culpa, simplemente no me lo podría perdonar.- Esto último lo dijo con preocupación.

Desvió la mirada al cielo nuevamente percatándose que este ya era completamente oscuro y las estrellas estaban en el cielo alumbrándolo levemente. -Que rápido pasa el tiempo.- se dijo a sí mismo y volvió la vista a su acompañante.

-Mi nombre es Tsuki- Le dijo con tanta felicidad que nadie hubiese creído que momentos atrás lloraba con tal tristeza que desgarraría el alma de cualquier persona. -¿Cuál es el suyo?- a cada palabra que pronunciaba mostraba la vergüenza que sentía al dar tal acto frente al que hasta ese momento era un extraño. -Pero… ¿Por qué estas en el bosque hasta estas horas? Es tarde, además hace frío, te podrías enfermar, además solo llevas puesto esto que es tan delgada– refiriéndose a la gabardina que tenia puesta.

Se alejo un poco del mayor, pero sin llegar a dejar que este dejara de abrazarlo y levantándose solo un poco paso sus manos por su cuello abrazándolo con cariño acercando sus labios a su oído. -Gracias por aparecer cuando más necesitaba a alguien, gracias por estar aquí en este momento.- le susurro con mucho cariño y afecto, como si lo hubiese conocido de toda la vida.

Se alegró un poco al ver que la mirada y expresión del chico cambiaban, ya no lucía triste como hace tan solo unos segundos, ahora se veía más animado y tranquilo, y era extraño, pero le reconfortaba el hecho de saber que él mismo había tenido que ver en ello. Y ahora se había planteado seriamente el protegerle, y no sabía la razón, ni siquiera conocía a aquel chico, no sabía nada de quien era, como era, o el por qué sufría y qué es lo que quería aquella criatura, y aún así estaba ahí, abrazándole con tanta familiaridad y hasta cierto punto cariño… un sentimiento que no sabía, fuera capaz de experimentar. Al menos no después de la forma en la que había vivido su larga, larga existencia.

Por un rato no quiso moverse de aquella posición para no romper el abrazo, pero era necesario, pero lo que no se esperaba era aquella pequeña caricia sobre su mejilla que le transmitió una increíble sensación de calidez y ternura, muy al contrario del abrazo que en un principio solo le transmitía tristeza y soledad, pero si eso ya le había sorprendido, las palabras del chico lo hicieron aún más, se estaba preocupando también por él sin ninguna razón o motivo… pero… entonces eso no los ponía en la misma situación? Preocupándose por el contrario, que era un extraño, sin tener ninguna razón para hacerlo y también sin tener una pizca de desconfianza con respecto a si las intenciones del contrario eran buenas o no.

-Pues tú tampoco debes preocuparte por mí-le dijo exactamente lo mismo que el chico le hubiera dicho y sonrió levemente-pero déjame decirte que es imposible que algo pueda sucederme a mí, pues no sé si lo habrás notado, pero soy mucho más alto y fuerte que tú-mientras decía aquello, llevó su mano hasta la cabeza castaña, como mostrándole la evidente diferencia de estatura, y después la retiró con delicadeza, para llevarla de nuevo hasta la cintura del menor. Entonces fue que se percató de que el otro miraba con interés el cielo, y como reflejo hizo lo mismo, mirando exactamente hacia donde el chico lo hacía, encontrándose tan solo con el cielo oscuro que comenzaba a cubrirse de estrellas. Y cuando volvió a escuchar la voz de su acompañante, más específicamente, llegó a sus oídos el nombre de aquel muchacho castaño, regresó su mirada al mencionado, quedando anonadado con la forma tan alegre en la que éste se presentaba, era sorprendente como su ánimo cambiaba tan drásticamente en tan poco tiempo, sobre todo porque ahora lucía apenado, aunque no estaba seguro de por qué.

-Puedes llamarme Zess-dijo simplemente, para no hacer ningún problema con su nombre verdadero, pues no era un nombre que pudiera tomar a la ligera, y además ya no era ese el que consideraba tan verdadero, pues muchas más veces prefería ser un simple profesor de arte llamado Zess, que ser Luka Crosszeria y seguir tan solo y aburrido en el palacio- y.. te estás preocupando de nuevo, no soy tan débil como para enfermarme, es más puedo asegurarte que eso sería prácticamente imposible-miró discretamente la gabardina que llevaba, preguntándose si de verdad tenía algo de malo, pues siempre le había gustado vestir así, y se sentía bastante cómodo, y si era fría, pero no le afectaba para nada.

Después de eso, al minuto siguiente fue como si observara todo en cámara lenta, como si el tiempo hubiera empezado a correr tan lentamente, que él podía apreciar todo con demasiada claridad, veía los movimientos del otro con esa misma lentitud, lo vio levantarse levemente y colocar sus brazos más arriba, de manera que le envolvieran por el cuello, generándole más de una sensación extraña por aquella posición, o el hecho de que sintiera el alientos del menor en su oído mientras escuchaba esas lindas palabras que le susurraba…

Palabras que sintió removieron un poco más en su interior… en su frío corazón, incluso había sentido un leve estremecimiento, y como reflejo sujetó mejor a quien le abrazaba, jalándole más hacia él de manera que quedara sentado sobre su regazo, para que de esa forma estuviera más cómodo y a la vez pudiera tenerlo más cerca.

-Entonces Tsuki…-cuando el ángel terminó de hablar, giró levemente el rostro para que esta vez fuera él quien pudiera susurrarle al oído al menor- no debes agradecerme por algo como eso, o también deberé empezar a hacerlo por el hecho de que hayas confiado en mí y me dejarás ver un poco de ti, sin importar lo doloroso o vergonzoso que pudiera resultarte...-pronunció con voz suave y tranquila, pero que no dejaba de ser levemente grave. Después de lo cual recargó su barbilla en el hombro del ángel y cerró los ojos un momento, relajándose y dejándose llevar por el delicioso aroma que el cabello y piel del chico desprendía.

Abrazaba con cariño a quien respondía el nombre de Zess, quien estaba ahí con el abrazándolo casi de la misma manera que él lo hacía, llegando al punto de acércalo mas hacia si y terminar sentado en su regazo, ahí fue cuando se percato que este era mucho más alto y al parecer fuerte que él, aunque claro siendo un ángel tan frágil y débil como el cualquiera podría derrotarlo o demostrar que la diferencia era bastante amplia.

Se dejo envolver con aquel abrazo, que en ese momento transmitía cariño. Protección y de cierta manera incertidumbre, y aquellas palabras que lograron que el sentimiento de soledad y tristeza que lo embargaba se perdiera, como si nunca hubiese existido, como si nunca hubiese deseado terminar con su existencia para que aquel dolor desapareciera. Abrazo con mas fuerza por simple gusto, para permanecer solamente a su lado todo el tiempo que fuera posible, para fundirse con aquella sensación que le provocaba.

Y nuevamente salió un suspiro de sus labios, pero esta vez era uno que mostraba cierto toque de resignación, su mente había vuelto a la realidad y sabia que aquel sentimiento de protección pronto se iría, y aquel que en ese momento lo acompañaba sin saber el porqué de sus lagrimas el porqué de sus pensamientos desgarradores se marcharía junto con aquellas sensaciones.

Sentía como Zess aun se mantenía apoyado en su hombre y muy a su pesar se separo poco aa poco, pero nuevamente sin dejar que el otro sacara las manos de su cintura, solo lo necesario para poder mirarlo a los ojos, mirarlo con cariño y calma, llevando nuevamente sus manos al rostro ajeno delineándolo con la punta de los dedos con mucha suavidad.

-Es extraño.- Pronuncio con una voz suave y calmada sin quitar la mirada de aquellos atrayentes ojos grises. -Realmente es extraño…. Que siendo dos desconocidos, nos sintamos tan reconfortados el uno con el otro.- Fue la inquietud que le planteo al otro.

-Zess-san, esto se podría llamar obra del destino- dijo ahora con un tono de voz más alegre y divertido como si hubiese hecho alguna travesura. –El que nos hayamos conocido en esta situación... porque aquí.- Llevando una mano hasta el pecho del mayor y colocándola sobre donde estaría su corazón. -Esta tan solo como el mío.- esta vez se escucho un pequeño deje de tristeza. -Así que si no nos volvemos a ver o nuestros caminos no se vuelven a encontrar le daré algo para que siempre recuerde este sentimiento de protección y felicidad.- Termino de decir y se levanto levemente para poder dar un suave y cálido beso en la frente de frente.

A pesar de que podía percibir tranquilidad en el aura del ángel, también percibía cierta inquietud o ansiedad, que lo llevaban a que el abrazo se volviese más estrecho, de manera que el otro lograse sentirse un poco más seguro de que aquel momento era una realidad y que no se terminaría tan rápidamente, y por supuesto, a él no le desagradaba, sino todo lo contrario, quién se imaginaría que pudiera haber tal conexión y entendimiento entre dos desconocidos? O que ese simple abrazo y sencillas pero sinceras palabras pudiera reparar un poco de dos corazones rotos…

Permaneció en aquella posición, totalmente relajado y cómodo, con su cabeza apoyada en el hombro ajeno, no entendiendo como es que podía sentir tanta paz y calidez, solamente el suspiro proveniente de los labios del ángel, le hizo salir de su ensimismamiento, para volver a concentrarse en lo que los movimientos y aura del menor le indicaban, percibiendo todavía algo de aquella soledad que le vio al principio, quizá era que sentía que de un momento a otro desaparecería y le dejaría solo de nuevo. Pero eso no pasaba ni siquiera por su mente, no planeaba ni quería dejarle solo, y no sabía si eso era egoísta o totalmente demente pero todo su ser le dictaba seguir a aquella alma tan pura, protegerle y cuidarle sin importar lo que sucediera.

Se dejó hacer cuando el ángel se separó tan solo un poco para que pudieran mirarse nuevamente, sintió las delicadas manos sobre su rostro, recorriéndole con suavidad en un agradable gesto, y por un instante sintió ganas de hacer lo mismo, y delinear también el rostro ajeno, para poder grabar en su memoria cada una de las finas y hermosas facciones que el ángel poseía, pero se contuvo, y dejó sus manos en la estrecha cintura, mientras escuchaba las palabras del joven frente a él.

-Tal parece que así es, pero ya no somos desconocidos-al parecer ambos habían pensado exactamente lo mismo, o más bien dicho, sentido lo mismo, reconfortados por la calidez ajena y encontrado un extraño complemento en el otro-porque al menos ahora sé tu nombre, Tsuki…-sonrió levemente tras decir eso y también al escuchar las palabras del otro, más aún por el tono divertido y alegre en el que lo había dicho. Era sorprendente como el menor influía tanto y tan fácil en su estado de ánimo, pues cuando lo había visto triste, él mismo se sentía igual, y ahora que lo veía más animado, sentía que tenía también más energías.

Siguió con la mirada la mano ajena que se posó sobre pecho, más específicamente, donde se supone que debería estar su corazón, aquel que creía ya no existía desde hace mucho tiempo, pero ahora se daba cuenta que siempre estuvo en un error, su corazón siempre estuvo ahí, solo que congelado, en espera de que alguien tuviera la suficiente calidez como para derretir el hielo que le cubría, y en efecto, con ese tierno e inocente beso que recibió, sintió como ese hielo se derretía poco a poco, hasta dejar su corazón libre de toda frialdad, dejándole ahora latir con fuerza por todas aquella sensaciones que se acumulaban en el.

Entreabrió los ojos que había cerrado al recibir el cálido beso, mirando ahora al ángel con algo de contrariedad por todo lo que le había hecho sentir con algo tan simple como un beso en la frente, sin decir nada, llevó una de sus manos hasta colocarla sobre la del ángel y acarició la misma levemente, antes de separarla de donde se encontraba, después de todo no quería que sintiera lo rápido que latía su corazón ahora.

-Gracias… definitivamente no lo olvidaré, guardaré éste sentimiento por todo el tiempo que me sea posible-la leve sonrisa que le había dado, se transformó ahora en una más cálida- y no sé si sea cosa del destino, pero si es así, entonces agradeceré que dicho destino me haya puesto en este bosque a la hora precisa para poder encontrarte-pronunció lenta pero firmemente, mirando fijamente a los ojos del pequeño que le había robado algo… su soledad, su amargura, e incluso parte de su maldad.

-Quizá no sea prudente que pasemos tanto tiempo aquí, podrías enfermarte de verdad-dijo con algo de preocupación, dado que la noche había caído y el frío iba en aumento, acompañado de brisas que cada vez eran más fuertes. Le acercó un poco más a él, rodeándole de mejor manera para cubrirle del frío lo más que fuera posible, haciendo que el menor recargara la cabeza sobre su pecho, mientras una de sus manos se ubicaba en la espalda y la otra todavía en la cintura ajena.

Dio una risita traviesa pero a la vez que transmitía paz y cariño, esto provocado a las palabras del demonio que en eso momento lo envolvía entre sus brazos, aquel simple gesto de preocupación lo hacía sentirse protegido como en mucho tiempo no lo había estado, por lo que se dejo hacer por el mejor sin oponer resistencia alguna.

-Tú también podrías enfermarte en este lugar- pronuncio igualmente con algo de preocupación pero esta acompañada con algo de resignación. -aunque dudo mucho que tu me digas que puedas sentir frio o algo, después de todo creo que tu naturaleza no te permitiría sentir el frio de la misma manera que lo pueda sentir yo- termino de decir sin alejarse en ningún momento del otro ante estas palabras.

Lo había percibido en un instante, si bien fue solo por unos segundos estaba seguro que era la esencia de un demonio la que desprendía el hombre el cual respondía al nombre de Zess, pero también podía percibir que no era como cualquier demoño, tenía algo diferente y prueba de ello era que se había quedado ahí cuidándolo a el sin que se lo hubiese pedido.

-Creo que debo de irme, Zess-san- pronuncio mucho a su pesar, después de todo el mayor tenía razón y el frio que comenzaba a sentir era bastante grande y ya no quería seguir siendo una molestia para este, ya era hora de que regresara a su hogar, aquel hogar que lo hacía sentir tan solo.

Ciertamente el ser un demonio le confería muchas ventajas sobre algunas de las otras razas, y podría decirse que tenía un poco más de resistencia, pero la realidad era que no por eso dejaba de sentir dolor, frío, hambre, sueño, entre otras cosas, pero al parecer el chico con el que conversaba ahora tenía la idea de que en efecto, los demonios eran seres diferente y hasta cierto punto insensible.

-Dudo mucho que alguien sea capaz de sentir las cosas de la misma forma que cualquier otra persona, sin importar la raza, siempre se sentirá diferente el dolor, el cariño, y hasta esta leve brisa que sopla ahora-dijo con tranquilidad, sin poder entender cómo es que se había formado tal conexión con ese chico que ahora tenía entre sus brazos, pero la calma que le transmitía hacia que no le importara demasiado esa desconocida razón. Pero como ya se había imaginado, aquel momento no podía durar eternamente, y era la voz del ángel la que le comunicaba que debían separarse.

Asintió a las palabras del menor y afianzó el agarre que tenía sobre la pequeña cintura de éste, para en seguida levantarse lentamente, y mientras hacía aquello sujetó de mejor manera al otro, para que de esa forma terminara cargándolo sin problemas.

-Entiendo, creo que si es lo mejor, pero dado que ya oscureció, no puedo permitir que regreses solo-dijo justificando sus acciones, mientras empezaba caminar por entre los árboles, siguiendo un camino imaginario que estaba claramente marcado por la esencia del ángel, pues suponía que si seguía aquel camino llegaría al hogar del chico o a algún lugar que fuese seguro para éste, aunque el hecho de que estuviese llorando cuando le encontró hacia que tuviera sus dudas, pero tampoco quería incomodar más al ángel con preguntas que le dañarán, prefería esperar a que él mismo le expresara sus aflicciones por propia voluntad cuando estuviese listo.