La oscuridad no me molesta, pero sí el frío del lugar. Es una especie de salón en el que puedo distinguir dos asientos. Una pequeña silla en la cual me encuentro sentado y otra, frente a mí, de aspecto más lujoso y amplio totalmente negra con decorados en dorados, ocupada por otra persona. Viste por completo de negro, cubriendo su rostro con una capucha del mismo color, aunque puedo distinguir la plata de sus ojos y el ébano de sus cabellos en los mechones que le asoman.
Apoya su rostro sobre su mano derecha, sin dejar de mirarme de manera penetrante. Entreabre pues apenas sus labios para dejar que las palabras salgan en un tono de voz grave y profundo pero, a la vez, suave y tranquilo.
Me dice algo con lo que estoy de acuerdo y otro con lo que no. Pero no me da oportunidad de contestarle, pues su voz se alza y vuelve a ser un suave murmullo, con un claro deje autoritario. No me agrada que me hablen así, pero mis ojos siguen clavados con serenidad en su persona. Al parecer, quiere saber de mí. Bueno, veremos a qué le respondo y a qué no.
¿Mi nombre?
- Feilong – le respondo, con voz suave y profunda pero acariciadora -. Liu Feilog.
¿Mi edad?
- 21 años – le vuelvo a responder -. Aunque aparento ser algo más mayor por mi carácter habitual y mi aparente madurez.
¿Mi raza?
- Soy un vampiro de nacimiento – contesto – pero tengo ancestros dragones.
¿Una descripción psicológica?
- Me suelen considerar una persona tranquila, educada y serena, así como callada e incluso tímida – empiezo a decirle -. Nada más lejos de la realidad – le aclaro de repente -. No hablo demasiado porque soy tremendamente temperamental y, por qué no admitirlo, algo infantil, inocente y orgulloso a veces a pesar de mi madurez, pero creo que me consideran un buen conversador – cierro los ojos un momento y hago una pausa -… y porque sé que muchos aspectos de mi vida desagradan a algunas personas – vuelvo a abrir los ojos para mirarle -. Puedo llegar a ser muy violento e impulsivo cuando me hacen perder la paciencia, por eso intento cultivarla y acrecentarla todo cuanto puedo – le confieso -. Por esa razón me agradan las actividades relajantes como la música tradicional, la jardinería y todo lo relacionado con la botánica y los animales, éstos me encantan – una sonrisa endulza mi rostro inconscientemente -, así como el sexo – mis ojos claros reflejan la profundidad y la sensualidad en ellos inconscientemente -. No creo que haya nada más relajante y gratificante para los sentidos que eso… a excepción del amor, claro, pero una cosa no está reñida con la otra después de todo – le aclaro -. En la cama soy lo que se me requiere que sea – empiezo a decirle de forma natural, el sexo para mí no es algo pecaminoso en absoluto, al contrario -, pero cuando tengo la libertad de elegir, me agrada no tener que hacerlo todo yo o esperar a que me lo hagan, me gusta el equilibrio – le aclaro – aunque he de admitir que me agrada la iniciativa ajena – sonrío de forma ladeada -. Adoro el juego previo, la conquista, la seducción, la tentación, demorar lo más posible el momento… el simple hecho de llegar y hacer no me fascina – continúo -. Me gusta que me despierten el deseo y despertarlo, por supuesto – le aclaro – por eso los chicos inocentes y tan reacios ante el sexo me matan la pasión, me desagrada que me hagan sentir que estoy haciendo algo malo cuando tengo muy claro que no lo es – le digo con decisión esas últimas palabras y vuelvo a hacer una pausa. Podría estar hablando de sexo todo el rato, pero hay más de mí por conocer más allá de eso después de todo -. Soy… muy sensible, tanto física como emocionalmente, pero no melodramático – confieso sin mucho interés por admitir vergonzosamente que soy de los que lloran viendo telenovelas, viviendo momentos emotivos y hasta leyendo poemas -. No soy celoso en absoluto, de hecho, no me siento en el derecho de serlo por el tipo de trabajo que tengo, pero mientras me hagan sentir amado, confío en mi pareja ciegamente – le aseguro -. Dicen que tengo muy buen corazón, demasiado – mi sonrisa se vuelve más suave -, por eso me han herido emocionalmente tantas veces, pero, aun así, no puedo evitar ser como soy – dejando aquello claro, me dispongo a terminar -. Me gusta el té, los dulces y la buena comida en general – no solo de sangre vive un vampiro, claro, como no solo de agua vive un humano - pero soy pésimo cocinando, así que por eso me agrada ir a restaurantes y hacer la compra, es algo que también me relaja. Aunque, siendo sincero – cierro los ojos y sonrío – creo que lo que más me gusta son los pequeños detalles que hacen más placenteros los momentos de la vida con ellos.
¿Una descripción física?
- Mido casi un metro ochenta, 1,79 más específicamente, así que soy alto pero no excesivamente supongo – para tener ancestros dragones me considero bajito -. Soy delgado y esbelto pero bien formado, de movimientos inconscientemente sensuales, suaves y delicados pero sin llegar a ser afeminados – le aclaro -. Mi rostro es masculino pero de rasgos no excesivamente marcados, lo que lo hace más ambiguo aún junto a la expresión serena y profunda habitual de mis ojos, rasgados y de color azul claro con los que veo sin problemas en la oscuridad, por lo que son muy sensibles a la luz – algo generalmente habitual en los vampiros -. Mis pupilas se afilan con ella, así como cuando me enojo, me excito o simplemente veo algo que me gusta – sonrío con suavidad -. Tengo las cejas finas, pestañas largas, la nariz recta y no excesivamente grande, y mis labios son carnosos y bien delineados, por lo que suelen llamar la atención porque tengo la boca grande y de comisuras algo caídas – bueno, no podía negar que me enorgullecía de mi boca no solo por ser bonita, claro -. Tengo fuertes colmillos y garras retráctiles, aunque evito usar ambos cuanto puedo, no es de mi gusto el atacar a la gente. Mis manos están en perfecta proporción con mi cuerpo, y mis dedos son largos y hábiles – había que tenerlos para poder manipular seres tan frágiles como son las plantas... o los animalitos -. Sin embargo, creo que lo que más llama la atención de mi aspecto es mi cabello – me llevo una mano a uno de los mechones que cubre mi hombro y lo acaricio fugazmente -. Enmarca mi rostro y su lisa longitud cubre casi por completo mi espalda, siendo a los ojos de los demás de un color negro puro y brillante, me gusta cuidarlo – pero omito decirle que, en realidad, es un engaño, ya que su verdadero color es un rubio dorado precioso que oculto con mi propio poder a todas horas sin excepción -. Pero es mi blanca piel realmente lo que más me agrada y me desagrada de mi físico – ciertamente, todo tiene su ventaja y su inconveniente -. Todos mis sentidos son muy sensibles y mi piel no iba a ser menos, pues es más fina que la de un humano y, a la vez, con muchísimas más terminaciones nerviosas. Eso me permite sentir más intensamente cada cambio del ambiente, cada roce, cada movimiento, así que puede imaginarse lo que es el sentir placer para mí – río suavemente – pero también sensaciones desagradables como el dolor los percibo más fuertemente, me magullo e hiero fácilmente, las temperaturas extremas me molestan, los olores o ruidos muy fuertes tampoco me agradan, no obstante, soporto bastante bien los alimentos extremadamente picantes aunque no tanto los muy agrios o amargos – continúo pues con el interior -. A pesar de la elegancia y aparente vulnerabilidad de mis movimientos, soy rápido, fuerte, ágil y tremendamente resistente, nunca enfermo y mis heridas se regeneran rápidamente – obvio, soy un vampiro –, al menos, dependiendo de lo sangrientamente bien alimentado que esté, claro. Me sé defender casi por instinto, pero obviamente he tenido mi formación al respecto, tanto en combate físico como espiritual, principalmente con influencias de gremios como Blue Pegasus y Lamia Scale, aunque ya digo que no soy amante del enfrentamiento, no al menos cuando no lo creo necesario o cuando el límite de mi paciencia rebasa – y finalmente, observo levemente mi ropa -. Suelo vestir con ropas de corte oriental (chinas y japonesas concretamente), especialmente cuando trabajo, o de aspecto elegante sin llegar a la extrema formalidad, pero siempre de excelente calidad y precio caro, pues mi piel es muy sensible y he de estar cómodo y darme los placeres que pueda permitirme, que para eso me los procuro ganar honradamente.
¿Mi puesto en la sociedad y mi empleo?
- Soy el dueño de un caro onsen (aguas termales) tradicional dedicado a la más profunda e íntima exploración de los sentidos – digo con serenidad -. Todo nuestro personal es de raza vampírica, al menos el dedicado a servicios más sexuales, pues el sistema de pagos es en parte más barato en cuanto al tema económico porque ya se imaginará cual es la otra parte del pago por parte del cliente a aquel que se encarga de complacerle – le sonrío, al referirme obviamente al hecho de incluir la sangre además del dinero en el pago -. Tenemos que comer después de todo… - le comento sin borrar mi sonrisa, encendiendo mi kiseru -. Nuestra principal competencia es La Orquídea Azul, pero solemos negociar mutuamente para mantener la armonía en ese tema, ya sabe – suelto el humo lentamente -… uno en este tipo de trabajo siempre se entera de muchas cosas que a los traficantes de información les parece oro, aunque a mí no me entusiasma ese tipo de negocios, pero por el bien del mío a veces no tengo más remedio que hacerlo – vuelvo a dar una calada -. No obstante, ha llegado recientemente a mis oídos que en un lugar llamado Agua de Luna se están llevando a cabo negocios de posible competencia de los cuales quizás debería informarme…
¿Mi familia?
- Me temo que ya no me queda nadie – mis ojos bajan con algo de nostalgia -. Al menos no que yo sepa.
¿Mi preferencia sexual?
- Suke – respondo de inmediato con tranquilidad y normalidad -. Pero me agradan las atenciones hacia mi persona y la exploración del cuerpo en general en vez de centrarse solo en lo más obvio, esté con un seme o con un uke -¿parezco exigente? No lo creo, me considero más bien fuera de los rígidos cánones establecidos, a mi entender, tan poco saludables -. Me agradan los ukes que gustan de hacerme sin pudor y los semes divertidos, dulces y delicados – le concreto, me gusta que me hagan reír porque no lo hago a menudo – aunque reconozco que los sukes que intercambian sus roles de forma natural y no se asientan en uno con la misma persona son mi total perdición.
¿Mi historia?
- Soy huérfano – le digo escuetamente sin más. No quiero contarle mi historia, no al menos el principio, me duele recordar a mi familia, la persecución que siempre ha sufrido mi estirpe desde hace siglos por cazadores de vampiros y dragones en busca del mínimo atisbo de su codiciada sangre, la matanza ante mis ojos cuando aún no eran más que infantiles… no, definitivamente, no quiero recordarlo, ni siquiera el cómo pude escapar a aquella cruel atrocidad que me marcó de por vida y me hizo vivir ocultando el color de mi cabello para poder dormir tranquilo cada día. La sangre de dragón dorado ciertamente es una de las más codiciadas del mercado negro… -, pero el buen señor Liu se hizo cargo de mí, criándome como a un hijo en su onsen y me enseñó la importancia de las pequeñas cosas de la vida para ser feliz, así que a su muerte me dejó al cargo de su negocio y lo convertí con gran devoción en mi trabajo en el imperio del placer para los sentidos que es ahora, el Liu Len.
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Nombre del personaje: Liu Feilong
Anime, manga, videojuego al que pertenece: Viewfinder
“Nuestro encuentro no fue solo una coincidencia, es algo llamado destino. Sólo yo entiendo tu dolor, tu tristeza, tu inseguridad y también tu soledad… lo diré las veces que quieras… ”
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